Sigue estos consejos y evita que el momento de hacer la tarea se convierta en una auténtica batalla.
Es normal que los niños se resistan a hacer la tarea en casa. Y esto muchas veces deriva en peleas o enfados que perjudican la vida familiar y el proceso educativo.
Hacer la tarea no sólo les ayudará a mejorar sus calificaciones, también les dará hábitos futuros de responsabilidad, perseverancia y les ayudará a terminar lo que inician.
¡Los beneficios son muchos!
Diez consejos prácticos para que los niños hagan sus deberes
Establecer un sitio apropiado
No tiene por qué ser en un escritorio o en su habitación, pero sí debe respetarse que sea siempre el mismo, que esté bien iluminado y que allí el niño tenga acceso a todo lo necesario para realizar sus tareas.
También, que sea un lugar sin distracciones, que le permita concentrarse y que, con el paso del tiempo, se llegue a asociar con el estudio.
Fijar un momento del día
Al igual que con el lugar, también hay libertad para optar por cuál será el momento dedicado a los deberes. Pero una vez elegido, se debe cumplir. Esto contribuye a crear hábitos de estudio y disciplina, y también ayuda a evitar discusiones; cuando llega la hora, toca hacer los deberes.
Acompañar a los niños mientras hacen las tareas
Acompañarlos significa estar cerca de ellos, pero no encima, ni mucho menos “hacerles” los deberes. Dejar que los niños realicen sus actividades del modo más independiente posible es una forma de reconocer su autonomía, su inteligencia y su capacidad de hacer las cosas por sí mismos, aunque no salgan perfectas.
Esta actitud les ayuda mucho en el aprendizaje de gestión de sus responsabilidades y fortalece su autoestima.
Predicar con el ejemplo
Esto es muy positivo: que el adulto, siempre que sea posible, haga sus propios “deberes” a la vista del niño, mientras este hace los suyo: cálculos relacionados con la economía hogareña, revisión de facturas u otros papeles, leer un libro, etc.
Será una motivación extra por dos motivos: por un lado, porque los pequeños siempre intentan parecerse a sus mayores, y por otro, porque es una excelente manera de demostrarles que lo que aprenden ahora les servirá para su vida en el futuro.
Más que enseñar, dar instrumentos para pensar
En muchas ocasiones los mayores podrán aclarar las dudas de los estudiantes, pero tal vez no siempre puedan hacerlo. En tales casos, no hay que agobiarse: el rol de los padres es acompañar a los hijos y proporcionarles ideas, instrumentos para pensar y buscar alternativas.
No es conveniente regañarlos por no haber resuelto las dudas en la clase, sino alentarlos para que en la siguiente no olviden hacerlo.
Revisar la tarea terminada
Esto no solo supone una primera instancia de corrección, sino también una demostración de interés por parte del adulto hacia las actividades del pequeño, lo que para el menor resulta fundamental por la motivación que representa.
La revisión siempre debe comenzar por destacar lo positivo: las cosas que el niño ha hecho bien, los avances y mejoras que se detecten, etc.
Evitar las “recompensas” por hacer la tarea
Una cosa es la motivación y otra la promesa de un premio a cambio de que el niño haga sus tareas. Con una oferta de este tipo, se corre el riesgo de que la situación se desnaturalice y el pretendido premio se convierta en una especie de “soborno”.
Lo más apropiado es que las motivaciones y los incentivos sean de otra clase.
Hablar de los deberes escolares con términos positivos con palabras “buenas”, que destaquen lo mucho que el niño aprenderá, para qué le servirá en el futuro, lo interesantes que pueden ser los conocimientos, etc.
Fuente: consumer.es