Una infidelidad puede romper una relación para siempre, se pierde la confianza, el respeto y muchas veces el amor se va desvaneciendo.

Pero cuando se perdona de verdad, cuando el amor verdadero existe, los errores se vuelven cosa del pasado y comienzan a construir un futuro único y especial.

No hay fórmulas fijas para reaccionar ante una infidelidad, lo mejor que te podemos decir es que te ames tanto que puedas amar a otro de la misma manera.

Amarte y respetarte primero para amar y respetar a otro ser humano es el consejo más cercano a una relación llena de amor.

Te compartimos esta historia con mucho cariño:

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Mi esposa y yo nos conocemos desde hace unos 6 años y hemos estado juntos por unos 4. Ella es de Europa del este y llegó aquí como estudiante. No terminó su curso y desertó, yéndose a vivir conmigo mientras éramos novios. Hicimos planes para el matrimonio hace un tiempo, y todo pasó de acuerdo al plan. Las cosas iban perfectamente. Ella conoció a mi familia y la querían.

Bueno, menos de un mes antes de casarnos, nos enteramos de que estaba embarazada. No es gran cosa, pensamos. Seguimos adelante con el matrimonio como estaba previsto. Estoy absolutamente seguro de que estoy enamorado de esta mujer, pensé que todo iba muy bien.

Sin embargo, después de la boda las cosas no fueron las mismas. Sentí que había distancia, algo extraño en su comportamiento. Bueno, ella me confesó la verdad: había una posibilidad de que el bebé no fuera mío. Ella estaba llorando y extremadamente triste. Me dijo que me amaba. Yo le creo.

Al parecer, en la época en la cual concibió, había ido a una fiesta con algunos de sus amigos y terminó teniendo sexo con un desconocido. Ella ni siquiera sabía su nombre, apenas podía recordar el momento. Dijo que se arrepintió desde entonces.

Me sorprendió, me sentí impactado. No tenía ni idea de cómo responder. Le dije que teníamos que hacer una prueba de paternidad, estuvo de acuerdo. Me hizo prometer que me quedaría con ella si el bebé era mío, cedí.

Ella dijo que era la peor decisión de su vida y se arrepentía de todos los días desde entonces, sólo me lo había dicho porque me amaba, y yo sabía que la amaba. En ese momento no sabía lo que haría si me enteraba de que el bebé no era mío.

Bueno, hicimos el procedimiento. No era barato, pero tenía que saber. Se trataba de tomar una muestra de la placenta del niño.

Resulta que yo no era el padre. No lo podía creer. Mi esposa, la mujer que amaba, me engañó, y estaba embarazada del hijo de otra persona. No sabía qué hacer. Una parte de mí la amaba y sabía que me amaba, pero la otra parte de mí no podía manejar esto.

No tenía ni idea de lo que le pasaría a ella si la dejaba. Ella no tiene ninguna fuente de ingresos, no tiene familia aquí, sólo unos pocos amigos. Tiene que mantenerse a sí misma y a un niño por su cuenta.

Una parte de mí quería profundamente un divorcio o una anulación. Pero no estaba seguro de si eso es lo que debía hacer o si debía quedarme en este matrimonio. Yo sé que ella sufriría increíblemente si yo la dejaba, a nivel personal, emocional y financieramente. Pero también sé que realmente no tenía la obligación de esta niña que no es mía, o con ella, si decidía divorciarme.

Sé que ella cometió un error. Pero todavía la amaba. Creo que podría pasarle a cualquiera, sobre todo bajo la influencia de amigos inútiles.

Estaba confundido y decidí irme a un lugar tranquilo. Fui a la iglesia, me senté allí durante mucho tiempo pidiendo ayuda a Dios. Una pareja de ancianos se fijó en mí y me acercó preguntando “¿qué pasa?” Empecé a llorar y les conté todo. Me dijeron que si yo realmente la amaba, la perdonaría y aceptaría a la niña. Me pidieron ser fuerte y seguir con ella, pues me necesitaba más que nunca.

El amor es estar con su pareja a pesar de todos los altibajos. Dijeron que sabían que sería difícil para mí, pero parecía que nosotros seriamos una pareja maravillosa y grandes padres para el pequeño. En algún lugar de mi corazón empecé a reflexionar en el consejo de esta hermosa pareja y de repente sentí una sensación de paz interior.

Han pasado algunos años desde entonces y puedo decir que estamos felizmente casados con una hermosa niña que está lista para asistir por primer día al jardín de niños. Mi hija es mi mejor amiga y mi esposa y yo nunca nos hemos amado el uno al otro tanto como lo hacemos hoy.

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